Desde las dos últimas décadas del pasado siglo, el comportamiento de las empresas está
evolucionando hacia una competitividad empresarial que se basa no sólo en la
obtención de beneficios económicos, sino también en actuaciones que favorezcan su
entorno social y medioambiental, mediante la adopción de políticas de mejora de las
condiciones laborales, respeto a los derechos humanos, desarrollo de programas de
recuperación de los entornos naturales, etcétera. En la actualidad, el término
«responsabilidad social corporativa» es utilizado de forma generalizada para designar
el compromiso de las empresas respecto a estas cuestiones demandadas por la sociedad.
Este artículo relaciona los aspectos éticos y morales con este cambio en el
comportamiento empresarial.